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jueves, 13 de junio de 2013

DEFINICIONES DE AMOR EN LOS LIBROS

[...] Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraodrinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad."

Paul Auster .- El palacio de la luna

Biografía de Paul Auster

Escritor estadounidense, Paul Auster está considerado como uno de los más grandes autores norteamericanos contemporáneos, destacando por obras tan conocidas como La trilogía de Nueva York.
Auster estudió en Columbia y tras licenciarse en literatura se instaló en París, donde trabajó como traductor hasta su vuelta a Estados Unidos en 1974. Establecido en Brooklyn desde entonces, Auster se dedicó a la literatura tras el éxito conseguido por sus novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada.

Auster combina temas cercanos a la filosofía y al existencialismo con tramas en ocasiones cercanas al realismo mágico con resultados que le han llevado a conseguir numerosos éxitos, como El país de las últimas cosas, El palacio de la luna o Leviatán, entre otros.

Además, Auster siempre ha sentido una especial predilección por el mundo del cine, siendo el autor de guiones como La música del azar, Smoke, Blue in the Face, Lulu en el puente o La vida interior de Martin Frost, entre otros, algunos de los cuales ha llegado a dirigir.

     A lo largo de su carrera literaria, Paul Auster ha recibido numerosos galardones, entre los que habría que destacar el Premio Médicis, la Orden de las Artes y las Letras de Francia o el Príncipe de Asturias de las Letras.

viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS SANTOS INOCENTES


     Hoy es el día de los santos inocentes. Muchos inocentes han muerto desde aquella matanza de Herodes y desgraciadamente sigue sucediendo. Quizás hoy en día, no se les mate fisicamente con armas, pero sí se les hunde en la más absoluta de las miseras o continuamente se les engaña a través de los mensajes manipuladores de las sociedades capitalistas. Ahora mismo hay millones de inocentes que estan pagando las consecuencias de esta dichosa crisis. 
     Cuando observo las adversidades que nos rodean por todas partes, no puedo evitar que me duela el alma y me cuesta comprender que el mundo siga así, con tantos sufrimientos, con tantas injusticias. Confieso que a veces siento una gran impotencia y no veo la salida. Creo que  todos en alguna ocasión, hemos vivido momentos similares y nos hemos preguntado ¿Por qué?  ¿Por qué sigue habiendo tanta maldad, tanta codicia en este mundo? Y sobre todo me viene  a la mente otro gran interrogante: ¿Cómo es que aún seguimos aquí? ¿Cómo es que ante tanta adversidad, la humanidad todavía existe?
 
      Hace poco, mi hijo mayor descubrió la importancia de la sal en las comidas. Se me olvidó echar la sal y, lógicamente, el potaje de lentejas resultó incomible. Cuando le eché un puñado de granitos en su plato, me dijo muy sorprendido: Mamá, no sabía que la sal cambiase tanto el sabor. Este insignificante episodio familiar me hizo pensar en una posible respuesta ante el hecho de que la humanidad aún se mantega viva. ¿Será por la sal como sucede en las comidas? ¿Será porque esos pocos hombres y mujeres que verdaderamente aman a los demás, son los que sostienen sobre sus hombros la poca dignidad que queda todavía?
  
    En más de una ocasión, cuando lo he visto todo negro, lo que me ha ayudado a  querer seguir luchando en la batalla de la vida, ha sido encontrarme con  la conmovedora bondad de algunas personas que se han cruzado en mi camino. Son personas sencillas, normales y corrientes, ciudadanos y ciudadanas de a pie, sin nombre. Como se suele decir, gente del montón que no destaca, quizás precisamente por eso, porque la sal para que de sabor no debe verse, sino  permanecer diluida.
    Hay una película  que ilustra muy bien lo quiero decir, casi siempre forma parte de la programación televisiva durante las navidades, se tratra de "Que bello es vivir" de Frank Capra. En ella, el protagonista George Bailey, un joven con muchas inquietudes e ilusiones, en lugar de salir de su ciudad para obtener un futuro con éxito, decide quedarse con la empresa de empréstitos de su difunto padre. De este modo puede seguir ayudando a la vecindad a tirar para adelante sin que tengan que pagar altos intereses, pero eso sí, sin salir el mismo de pobre.
     El  poderoso y avaro Sr. Potter, siempre estuvo detrás de quedarse con la pequeña empresa de los Bailey para enriquecerse más a través de ella, sin importarle arruinar las vidas de las personas humildes que le solicitasen préstamos. No sé porqué, pero esto último me suena. Y más todavía les sonará a todos aquellos que se han quedado sin casas y lo que es peor, sin posibilidad de tener otra porque tienen que seguir pagando una hipoteca de una casa que ya ni siquiera poseen. Incomprensible, seguir pagando por algo que te han quitado y sin que te devuelvan lo que ya se había pagado.
      En la película, como es de esperar, el malo también se quiere salir con la suya y debido a un despiste del tío de George  se pierde una importante suma de dinero que va a parar a las manos del malvado Sr. Potter. Esta desafortunada situación lleva a George Bailey a tal desesperación, que intenta suicidarse tirándose de un puente.Que yo sepa aquí en donde yo vivo, en la pequeña población de Puerto Real, ya van cinco suicidios debido a los desahucios y éstos no son personajes de ninguna película. Menos mal que a veces aparecen angelitos como Clarence, el ángel de segunda clase que le es enviado a George para demostrarle lo importante que es su vida para las personas que le rodean y  que así  recobre las ganas de vivir. Este tierno personaje aún tiene que ganarse sus alas, está claro que no son precisamente los más famosos y reconocidos triunfadores los que cometen las mejores hazañas.
       Me estoy acordando ahora de un artículo que escribió en su blog mi amigo Mariano. Trataba de un pequeño comerciante, un tal Cipriano, que siempre acostumbraba a dejar comprar al fiado a sus vecinos. Me pregunto cuantas familias han ido sobreviviendo al final de mes gracias a personas como él y al mismo tiempo me aterra la frialdad y la falta de contacto humano que hay en la forma de comprar que impera en la actualidad. Ya casi todo se obtiene en las grandes superficies comerciales o por internet, donde no hay otra opción que pagar al contado o a través de la trampa de las dichosas tarjetas de crédito (quienes las tengan, claro).
       Es muy probable que, aunque no abunden, todavía siga habiendo más de un Cipriano, o Clarence,  o George. Cada vez estoy más convencida de ello, porque si este mundo sigue girando, a pesar de los pesares, es porque hay una fuerza que, invisible como la sal, lo sostiene.
       Hay una antigua leyenda hebráica que habla de los Lamed Wufniks, unos hombres buenos que habitan en la Tierra y que sirven como contrapunto a la maldad congénita de la humanidad. En su libro de los seres imaginarios, Borges también los menciona y dice de ellos lo siguiente:
"Hay en la Tierra, y hubo siempre, 36 hombres rectos cuya misión es justificar el mundo ante Dios. Son los Lamed Wufniks. No se conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra región del planeta que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos Dios aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben."
           
    Sólo espero que estos otros santos inocentes, estos valiosísimos pilares, nos sigan sosteniendo por mucho tiempo. No puedo más que agradecérselo a todos ellos en este su día y como desconozco sus nombres, te lo quiero agradecer a tí que me estas leyendo en este momento. A tí que compartes mi camino dándole sabor a mis días, ya sea con un gesto amable, con una sonrisa o simplemente siendo tú, en tu lucha diaria, con tus altibajos, pero sin darte por vencido o por vencida. A tí que amas como buenamente puedes, aunque muchas veces creas que no es suficiente. A ti, que sigues creyendo en la gente y confias en que este mundo puede cambiar aportando tu granito de arena. Es verdad que quizás no tengas grandes cosas, pero tienes lo más importante: estas pendiente de los demás, compartes, sientes, sufres, vives. A ti, que permaneces en el anonimato y, que quizás inocentemente, sin saberlo, seas uno de ellos.
 Carmen Marín. 28/12/2011